‘Los grandes Devas están impregnados con la sabiduría de la tierra, la fuerza creativa de las aguas, el poder alquímico del fuego y la sutileza intuitiva del viento. Pero además han integrado los poderes de la tormenta, la radiación lunar, la vibración telúrica, el lenguaje del Sol y los planetas, y la sabia sobriedad de los árboles…’

– Miyo

Si bien el contacto con las Energías cósmicas descendentes se puede realizar mejor a cielo abierto y durante las horas soleadas del día, Los momentos del atardecer y las primeras horas de la noche facilitan la conexión con los mundos elementales de la madre naturaleza (elfos, ninfas, hadas), especialmente con los seres arbóreos del Pueblo Erguido (dríadas), que nos conducen amorosamente a un profundo contacto con la Totalidad. En ellos encarnan a veces seres muy evolucionados de otras dimensiones. Estos seres, que por siglos han detestado los entornos humanos por su polución psíquica, y recientemente electrónica, vuelven a establecer contacto con los humanos despiertos una vez que la frecuencia planetaria se ha elevado. Tienen un cuerpo silíceo que vibra en una frecuencia elevada, semejante a nuestro cuerpo de gloria. Y nunca hay que olvidar que, en este tiempo del Fuego del Espíritu, quienes extienden el silíceo por el manto verde de Gaia son los volcanes, ayudándonos a percibir más fácilmente los mundos sutiles y los planos invisibles al ojo ordinario.

Este es un tiempo de reencuentro con lo que siempre ha estado ahí, esperando. La frecuencia planetaria se ha elevado y los velos se han vuelto más finos. Si sientes el llamado de la Tierra y el susurro del viento en tu interior, esta es una oportunidad extraordinaria para abrir tu percepción y sumergirte en la totalidad de la existencia.